viernes, 14 de diciembre de 2007

Lo improbable de lo imposible


Es una cuestión de ética.

Libertad es decidir, pero también darse cuenta de que se está decidiendo (lo más opuesto a dejarse llevar). Y para ello hay que pensar al menos un momento en lo que se va a hacer (así seremos menos borregos). Es conveniente para esto alejar todo tipo de sentimientos (culpa, pena, responsabilidad…)
Francois Rabelais en Gargantúa y Pantagruel,… la frase que lucía la puerta de entrada de la abadía de Teleme (Theleme?, .. no me acuerdo, ya…): “haz lo que quieras”.
Esta frase no es más que un reflejo del problema esencial de la libertad misma: no somos libres de no ser libres, no tenemos más remedio que serlo.
Nadie puede ser libre en mi lugar, nadie puede elegir por mi, nadie puede buscar por mi…por eso soy libre…

Sartre : “estamos condenados a la libertad”

Al final, harás lo que quieras. Te llevarás por delante otro futuro, dejarás en el cruce los otros caminos. Lo bueno de la libertad es que hay que escoger con responsabilidad, te obliga a sopesar los “pros y los contras”.
La diferencia entre los hombres y el coyote es que este no perfecciona la técnica de sus trampas para pillar al correcaminos, la desecha e inventa otra. Nosotros nos empeñamos una y otra vez en lo mismo, sabiendo de antemano que es imposible que funcione. Pero ahí estamos…otra vez…

Partiendo de que lo imposible no existe (tan solo es una probabilidad remota de que algo suceda) lo demás tiene una probabilidad entre 0 y 1 de ocurrir.
Lo importante es, no la probabilidad de que finalmente se produzca algo…, sino que en la realidad PRÁCTICA no se producirá.
Cualquier proceso físico que es menos probable que el éxito es, efectivamente, imposible.
Esta es la base de la segunda ley de la termodinámica.
Y yo, que soy muy mía y miro las cosas como me viene en gana, se la aplico a las relaciones humanas, con cierto desprecio…

La mente es más lista que el cerebro… sigo teniendo dotes clarividentes…guay!!

SIGH!!