jueves, 17 de mayo de 2007

La campana de Gaüss


Hay ocasiones en las que te tropiezas con gente que está en los extremos de la famosa campana, que pueden pertenecer a tu coordenada en “x” o no, mejor que no…
A esos casos que he vivido, les agradezco su paciencia conmigo.
Me explico:
No sé si por deformación profesional o qué (muchos alumnos me han sufrido) pero cuando entro en debate con alguien siempre me queda la sensación de no haberme explicado correctamente…no para convencer al de enfrente de nada, al revés…para cerciorarme de que me ha entendido….(las caras dicen mucho, pero si no se ven…como pasa en la red, pues eso…)…esto me sucede sobre todo cuando el canal no es el apropiado o alguno de los dos emisores no se porta según las normas de la comunicación. Conclusión, que me quedo tras la batalla dialéctica, pensando en lo dicho, lo no dicho, lo que se ha dejado caer y lo que no…lo que vulgarmente se traduce por “estar rayado”…como solo tengo una neurona y debo dejarle descanso, exprimo todo lo posible las ideas, esta vez en soledad, hasta que hago vomitar al cerebro y entonces ya puedo descansar…para volver a empezar otra vez. Anorexia cerebral, lo voy a llamar.
Esto es una manera de ser un tanto pasional, pero a mí me funciona. Reconozco que a otros los pueda dejar alucinados porque al día siguiente allí está la menda OTRA VEZ dando el coñazo con sus rayadas, sobre todo si les pillo en medio y sin avisar…
Me parece fundamental tener alguien enfrente que te suscite inquietudes. Cada uno lo hace a su modo, cada uno saca algo diferente de mí (bueno o malo), si no fuera por los demás no tendría esta especie de espejo recompuesto que me devuelve mi imagen más o menos rota y que está formado por todos los trocitos de espejo que son los otros, sin los cuales yo no sería… y tampoco sentiría…
Por eso conservo las amistades que tengo, no es egoísmo, es reciprocidad. Los necesito para saber cuantos “Nortes” hay y dónde están, aunque sea para luego decidir que me voy al Sur.
Es lo único que echo de menos de mi viejo, su punto de vista de la vida, tan diferente del mío pero tan valioso. Ese Norte ya no está, desgraciadamente. Pero hay otros que sí y que espero que no desaparezcan.
Duele tanto…