Hace poco me encontré un reloj sin dueño. No me gustan los relojes pero aún así, hice el esfuerzo de agacharme y recogerlo. Resultó que de cerca era bonito y todo…Lo abrí y tenía una magnífica maquinaria de cuarzo de las de antes que terminó por seducirme y decidí hacer algo con él. Permanecía intacto por dentro por lo bien sellado que estaba. Pero estaba parado porque hacía tiempo que no le daban cuerda.
El reloj debió pensar algo parecido sobre mí, porque se dejó hacer.
Me lo puse. Nos pusimos. Le di cuerda. Funcionó.
Nos llevábamos bien el reloj y yo. Demasiado bien, diría… Resultaba evidente para cualquiera… Incluso para él aunque lo oiga y se revuelva en su silla y diga: queeeeee? Me producía un placer especial escucharlo, oír sus engranajes trabajar y comprobar lo bien que me encajaba en la muñeca
Durante un tiempo me contaba absolutamente todas sus horas, las importantes y las que no lo eran tanto. Y yo lo miraba por dentro y escuchaba su tic-tac …y le daba cuerda para que siguiera haciéndolo. No tengo todavía muy claro si yo le daba cuerda a él o él a mí, porque a mí las novedades me dan energía y este me dio mucha..
Pero un día, sin venir a cuento, sin haber dejado de darle cuerda, sin motivo aparente alguno, dejó de funcionar correctamente. Dejar de funcionar para un reloj, no es quedarse parado…sino no dar las horas a tiempo. Esto lo noté cuando empezó a no estar en los momentos importantes, a no estar cuando hay que estar y cuando no también…como solía estar, como hacen los amigos, pero por algún motivo dejó de hacerlo
Lo intenté arreglar…pero no me dio tiempo…tampoco supe el diagnóstico, solo hacía tic-tac, supongo que sería del corazón…
Ya solo me contaba los segundos, triviales y por compromiso, era irritante…lo hacía a propósito, no quería compartir más su tiempo conmigo…pues…lo podía haber dicho y así no hubiera quedado como el primer reloj cobarde de la historia.
Lo que me fastidia de todo es que me faltó el tiempo para contarle lo mucho que apreciaba su maquinaria interior, lo interesantes que me parecían los ratos que pasábamos juntos y en definitiva lo que llegó a gustarme, aunque era de un evidente que para qué… Supongo que no era recíproco. También me hubiera gustado decirle que no se trata así a las personas, ni a las cosas, ni a los animales…que todo el mundo es sensible y que el poder de la imaginación es terrible. Hubiera preferido una explicación antes que una huída, soñar si es gratis y todavía está a tiempo de explicar algo que cree que no tiene que hacer simplemente porque aquel vínculo no tenía un nombre especial(un reloj y una persona, ya se sabe…). Pero yo creo que si tenía un nombre
Se quedó buscando tiempos mejores. Creo que anda por el mismo sitio dónde nos encontramos. Aquí.
Por ese motivo ya no voy a volver por este blog, que acaba como empezó:
Con muchas expectativas por delante y “no me miréis con ese tono de voz”
Nas noches, ces sueños
El reloj debió pensar algo parecido sobre mí, porque se dejó hacer.
Me lo puse. Nos pusimos. Le di cuerda. Funcionó.
Nos llevábamos bien el reloj y yo. Demasiado bien, diría… Resultaba evidente para cualquiera… Incluso para él aunque lo oiga y se revuelva en su silla y diga: queeeeee? Me producía un placer especial escucharlo, oír sus engranajes trabajar y comprobar lo bien que me encajaba en la muñeca
Durante un tiempo me contaba absolutamente todas sus horas, las importantes y las que no lo eran tanto. Y yo lo miraba por dentro y escuchaba su tic-tac …y le daba cuerda para que siguiera haciéndolo. No tengo todavía muy claro si yo le daba cuerda a él o él a mí, porque a mí las novedades me dan energía y este me dio mucha..
Pero un día, sin venir a cuento, sin haber dejado de darle cuerda, sin motivo aparente alguno, dejó de funcionar correctamente. Dejar de funcionar para un reloj, no es quedarse parado…sino no dar las horas a tiempo. Esto lo noté cuando empezó a no estar en los momentos importantes, a no estar cuando hay que estar y cuando no también…como solía estar, como hacen los amigos, pero por algún motivo dejó de hacerlo
Lo intenté arreglar…pero no me dio tiempo…tampoco supe el diagnóstico, solo hacía tic-tac, supongo que sería del corazón…
Ya solo me contaba los segundos, triviales y por compromiso, era irritante…lo hacía a propósito, no quería compartir más su tiempo conmigo…pues…lo podía haber dicho y así no hubiera quedado como el primer reloj cobarde de la historia.
Lo que me fastidia de todo es que me faltó el tiempo para contarle lo mucho que apreciaba su maquinaria interior, lo interesantes que me parecían los ratos que pasábamos juntos y en definitiva lo que llegó a gustarme, aunque era de un evidente que para qué… Supongo que no era recíproco. También me hubiera gustado decirle que no se trata así a las personas, ni a las cosas, ni a los animales…que todo el mundo es sensible y que el poder de la imaginación es terrible. Hubiera preferido una explicación antes que una huída, soñar si es gratis y todavía está a tiempo de explicar algo que cree que no tiene que hacer simplemente porque aquel vínculo no tenía un nombre especial(un reloj y una persona, ya se sabe…). Pero yo creo que si tenía un nombre
Se quedó buscando tiempos mejores. Creo que anda por el mismo sitio dónde nos encontramos. Aquí.
Por ese motivo ya no voy a volver por este blog, que acaba como empezó:
Con muchas expectativas por delante y “no me miréis con ese tono de voz”
Nas noches, ces sueños